Afrontar el miedo a salir a la calle tras el confinamiento.

Mañana, 26 de abril de 2020, los niños podrán empezar a salir un ratito, ya conocéis las reglas. Y pronto comenzará la desescalada.

Muchas personas viven esta nueva posibilidad con #miedo. Y es normal. Después de todo lo que hemos vivido: los hospitales saturados, los fallecidos,,.. ¿Cómo no vamos a tener miedo? Así que salir a la calle puede suponer un riesgo. Y solo pensar en esa posibilidad ya nos pone en alerta, tenemos pensamientos catastróficos, aumenta el nerviosismo,…

¿Cómo podemos afrontar entonces estás salidas?
🔸Lo primero que tienes que tener en cuenta es que las autoridades sanitarias han considerado que si lo hacemos tomando las medidas de seguridad y respetando las normas, es seguro salir.
🔸Lo siguiente que debes considerar es que tarde o temprano tendremos que afrontarlo, no vamos a estar toda la vida en casa. Pero si crees que todavía no estás preparado puedes posponerlo porque salir a la calle no es obligatorio.
🔸Ten en cuenta también que lo que está en nuestras manos es tomar las medidas de seguridad aconsejadas. Lo demás escapa a nuestro control. Así que céntrate en lo que sí puedes hacer.
🔸En terapia los miedos se tratan a través de una exposición progresiva. Por lo tanto, es buena idea hacer breves exposiciones a la calle: primero en nuestra calle, luego una vuelta a la manzana, luego la manzana siguiente, etc. También puedes considerar ir primero a lugares más abiertos en los que sepas que no va a haber prácticamente nadie, para poco a poco ir a lugares algo más frecuentados. En realidad, el desconfinamiento va a ser algo parecido a esto, así que la dsescalada nos beneficia psicológicamente.
🔸Trata el paseo en la calle como un momento de disfrute. Conecta con el paseo:nota la brisa y el sol sobre tu piel, date cuenta del suelo que pisas, observa el movimiento de las hojas de los árboles, el olor que haya,… #mindfulness
🔸Por último debes asumir que puede que en algún momento demos algunos pasos hacia atrás, que la situación haga que tengamos que volver al #confinamiento No lo sabemos, pero es una posibilidad.Si lo tienes en cuenta ya, no te pillará por sorpresa.Entiéndelo como parte del proceso,igual que cuando hablamos de una recaída.

Si sientes que todo esto es demasiado difícil, las emociones te desbordan, tu día a día de ha vuelto muy difícil de llevar,… Contacta con un profesional de la psicología.

Los niños pueden salir a la calle

#Coronavirus #terapiaonline

El autocuidado en Confinamiento

Nos esperan días muy difíciles. De momento 15, pero no sabemos si podrían ampliarse.
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Así que estos días va a ser fundamental que te cuides porque los efectos del confinamiento pueden perjudicar al bienestar mental.
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Primordial: deja de compartir y de escuchar audios de WhatsApp. Solo contribuyen al pánico y no sabemos si son bulos o no. Lo mismo con las redes sociales. Vamos a centrarnos en las informaciones oficiales de los organismos públicos.
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No estamos de vacaciones. Intenta crear una rutina lo más parecida a lo que llevabas. Horarios de higiene, de tareas, de ocio,… Vamos a organizarnos como si esto fuera a durar bastante, porque no sabemos lo que puede durar.
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Dúchate. Vístete. Péinate. No te ve nadie, pero te ves tú. Y ya sabemos qué pasa cuando no nos agrada nuestra imagen,…
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Duerme lo necesario. Ni poco, ni mucho.
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Ojo con los excesos. De alcohol y de comida. Reconoce por qué vas a comer, ¿hambre o apetito? Ten una estrategia para los momentos de aburrimiento o ansiedad. ¿Qué puedo hacer en esos momentos en lugar de comer o beber?
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Comunícate. Llama, o mejor haz una videollamada, a tus amigos, a tu familia, a tu pareja. Queda como si lo hicierais para tomar un café.
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Si tienes hijos pequeños para ellos las rutinas también son importantes. ¡El cole en casa! Pero tampoco te sientas culpable si ven más tele de lo normal.
Procura tener tiempo para ti, repartiendo el espacio y el tiempo con el papá o mamá.
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Mantén tu tiempo de ocio. Lee, ve series, haz manualidades, escribe,… Lo que más te guste.
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Haz algo de deporte. La mayoría de personas no tienen mucho espacio para caminar en casa. Así que al menos vamos a intentar mover el cuerpo haciendo algo de ejercicio.
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Ventila la casa. Si tienes una terraza, un balcón o un jardín úsalo. Aunque sea una ventana. Asómate, mira al cielo, deja que te dé el aire, el sol o la lluvia.

Otro día hablamos de las emociones que esto nos hace sentir.
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Si necesitas ayuda, háblame.

Una enfermedad, una putada.

Me cuesta mucho hacer lo que estoy a punto de hacer. Abrirme en canal ante los demás. Exponer mis mayores miedos e inseguridades. Me he planteado qué utilidad podría tener para mí o para los demás. Y he concluido que mostrar tal aceptación es el ejercicio más costoso que se puede hacer. Pero si se lo pido a las personas que acuden a mi consulta ¿Por qué no lo voy a hacer yo? Es lo más sincero y honesto que puedo hacer.

Así que allá va…

Un mal día, un fatídico día que jamás olvidaré, se cruzó en mi vida la enfermedad. Una enfermedad crónica llamada esclerosis múltiple. Funciona a brotes, a tropiezos. Tropiezos en el camino… ¿cómo asumirlos, cómo convivir con ellos? No es nada fácil vivir con una enfermedad crónica que no sabes cómo va a evolucionar. Estás un tiempo bien, todo funciona con normalidad: retomas tu vida, tus proyectos, tus objetivos, tus actividades rutinarias, la vida simple…o compleja, pero tu vida. Y de pronto, un brote te recuerda que no estás exenta, no estás libre de la enfermedad, sigue ahí. Y de nuevo, vuelves a revivir el diagnóstico, el palo, el hachazo que partió tu vida en dos: entre aquella que habías planeado y entraba dentro de tus expectativas y la incertidumbre. Dejar de identificarte con aquello que esperabas te deja la sensación de perder un pedacito de ti. Es como si por un momento dejaras de ser tú, te alejaras de lo que representas para ti mismo. Es como un duelo.
Y la incertidumbre,… qué decir. Todos convivimos con ella, que es inevitable es cierto. Pero cuando la amenaza acude de forma aleatoria, sin preaviso, te pilla desprevenido y el dolor surge, éste también es inevitable. Sobre todo cuando la amenaza no es sólo tal sino que se acompaña de secuelas.

No queda otra que continuar. Expresar el dolor, sacarlo fuera, es positivo. Pero sin pasar la barrera de vivir pegada a él, enganchada a los pensamientos del qué pasará, cómo acabaré, si podré continuar viviendo como hasta ahora o no, jugando con mis hijos, paseando con mi pareja, conduciendo, estudiando, trabajando,… Es imposible centrarse en prohibir estos pensamientos, es normal que surjan. Pero ser consciente de la utilidad que tienen es más importante. No me ayudan, no me ayuda sentir pena de mí misma, solo agrava mi miedo y mi dolor. Así que siendo consciente de esto, puedo ser más flexible. Puedo imaginarme cómo voy superando todos los tropiezos, puedo imaginarme adaptándome en cada nueva situación. Y esto me hace sentir de otra manera, indudablemente. No voy a negar lo que pueda venir, quiero ser realista, pero aunque duela tengo que ver diferentes caminos y posibilidades. Y sobre todo, centrarme en mi presente, no abandonar lo que más me importa: mi familia, mis proyectos, mi trabajo, mi salud,… Mi vida.

No quiero abandonar mi vida, sea lo difícil que sea.