Seguro que conoces a alguien que cuida al detalle su trabajo, tanto que dedica horas a ello olvidando a su familia y amigos. Es perfeccionista y metódico hasta el punto de no saber salirse de su guión, de no considerar un atajo que le haga ganar tiempo o de no delegar sus tareas en otros porque «sabe» que no las van a hacer bien. Quizá conozcas a alguien moralista, inflexible con aquellos que no siguen las reglas establecidas (las que él/ella considere), que no hacen lo que un buen ciudadano debería hacer. Además seguro que has observado que esa persona tiene dificultades para expresar sus emociones y puede parecerte que es frío. De echo, tiende a racionalizarlo todo y así, con esas dificultades para conectar con su estado emocional y el de los demás, argumenta todas las situaciones y conflictos sin ser capaz de ver el tono emocional de la cuestión.
En la cultura actual, sobre todo de occidente, se valoran rasgos como los que se acaban de mencionar. Así que, sobre todo los hombres, tienden a comportarse así porque está bien vista la meticulosidad, la autodisciplina, la organización, el autocontrol emocional, la constancia,…
Como en todos los trastornos de personalidad, se entiende que existe un contínuo desde la normalidad hasta la patología. De forma moderada estos rasgos pueden resultar positivos. ¿Y cuándo sabemos que han dejado de ser moderados? Pues cuando la frecuencia y la intensidad son tales que la vida personal, social y laboral de la persona se han visto afectadas, de modo que se haya ante un bloqueo emocional y cognitivo constante. Estamos ante un Trastorno de la Personalidad Obsesivo Compulsivo.
Si echamos un repaso a la literatura encontraremos que la mayoría de los autores psicodinámicos encuentran su origen en una infancia que, aunque no ha tenido porqué ser horrible, ha estado marcada por la rígidez de los padres que han podido emplear castigos desproporcionados y han sido excesivamente controladores. De modo que han aprendido que las cosas se deben realizar de una forma determinada porque sino se sentirán fracasados y los demás se darán cuenta de que no vale lo suficiente. Los autores cognitivos explican que la creencia nuclear de las personas con esta personalidad es el «debería» (esto debería ser así, las cosas deberían hacerse así, no debería ser débil, debería hacerlo todo bien…..¡Es agotador!). Esta creencia se ve reforzada por errores del pensamiento como los siguientes: verlo todo en blanco y negro, sin ser capaz de apreciar los matices (no ven que las cosas pueden ser extremadamente buenas, muy buenas, buenas, regulares, malas, muy malas o extremadamente malas), son catastrofistas así que cualquier error lo valoran de forma exagerada y, al contrario, pueden minimizar otros detalles, como por ejemplo el tiempo que están tardando al realizar algún proyecto debido al tiempo que han dedicado a perfeccionar otros aspectos.
Con estas características es fácil que aunmenten los conflictos personales, sobre todo de pareja, los conflictos en el trabajo y el malestar intrapsíquico, síntomas de ansiedad y depresión. Probablemente sean por estos motivos por los que acudan a un psicólogo, sin emargo será muy complicado hacerles ver que son sus patrones conductuales los que le están llevando a estos conflictos y a este malestar. Será muy difícil porque creerán que se está cuestionando su forma de hacer las cosas, y por lo tanto, sentirán que están fracasando.
Será muy últil trabajar aspectos como la relajación, la modificación de pensamientos distorsionados, el control de la preocupación y rumiación crónicas y la reestructuración de sus actividades para ayudarle a ser más productivo con menos esfuerzo y dando cabida a las actividades sociales y de ocio.
Referencias:
- Trastornos de la personalidad en la vida moderna. Theodore Millon
- Terapia cognitiva de los trastornos de la personalidad. Aaron T. Beck