Tareas del duelo

El duelo no es un estado, tampoco una enfermedad. El duelo es un proceso por el que pasan las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido. No hay unas etapas fijas o unas reglas definidas. Se cree que, con el tiempo, se debe pasar por la aceptación y la adaptación y esto requerirá elaborar el reconocimiento de la realidad, del dolor, del significado de la pérdida y vincularse de una manera sana y segura con el fallecido.

No existe un tiempo establecido en el que se considere que se ha superado el duelo por la muerte de un ser querido. Unas personas pueden lograrlo en 6 meses, otras en un año. Y algunas, en los casos más complicados, pueden tardar más de dos años.

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Un buen indicador de que este momento ha llegado es cuando la persona afectada logra hablar del fallecido sin dolor, sin sensaciones físicas como la opresión en el pecho o el llanto. También es un indicador muy importante el hecho de que la persona en duelo es capaz de nuevo de conectar con la vida, con aquello que le importa y con las personas de su alrededor.

Para llegar a este punto, las personas en proceso de duelo habrán logrado hacer lo que J. William Worden tareas del duelo. Para este psicólogo experto en el tratamiento del duelo, estas tareas son cuatro:

1. Aceptar la perdida: cuando un ser querido muere siempre hay una sensación de irrealidad (esto no puede estar pasando). Así que la primera tarea consistirá en asumir que esto es real e irreversible, ya no voy a poder reencontrarme más con esta persona.

En ocasiones ocurre que las personas que han perdido a un familiar o amigo tienden a negar que esto ha ocurrido y se atascan en esta primera tarea. Una de las formas en que esto ocurre es la negación de la realidad, puede verse cuando se conserva la habitación del fallecido tal cual la dejo por si acaso volviera, o cuando se ve al fallecido reencarnado en uno de sus hijos. Estos comportamientos pueden ser normales a corto plazo pero a largo plazo dificulta la aceptación de la pérdida.

Otra forma de negar la pérdida, es negando su significado quitándole importancia (no estábamos tan unidos, no eran tan buena persona,…) En este caso, al contrario que en el anterior, es posible que se deshagan en seguida de los objetos del fallecido para minimizar la pérdida.

Por otro lado, la negación de la irreversibilidad puede verse reflejada en frases como “no quiero que estés muerto”, “no quiero que mueras” o en la esperanza de poder contactar con el fallecido a través del espiritismo. Todo, de nuevo, comportamientos que impiden la aceptación.

Al tratar de hacer conscientes a las personas de esta realidad será importante tener en cuenta que la aceptación no solo debe ser intelectual, sino que también debe haber una aceptación emocional. A veces las personas en duelo pueden ser conscientes de que esto es algo irreversible pero tienen algunas conductas como palpar el lado de la cama en el que dormía el marido fallecido con la esperanzo de poder tocarlo. Esto puede ser un indicador de que esa aceptación emocional todavía no se ha alcanzado.

2. Reconocer el dolor: si el dolor de la pérdida no se reconoce se manifestará con síntomas físicos o con algún tipo de conducta anormal. Cualquier cosa que permita a la persona evitar o suprimir el dolor de la pérdida alargará el proceso del duelo.

La sociedad, por lo menos la occidental, no favorece en nada este reconocimiento. A menudo nos sentimos mal ante el dolor ajeno y tratamos de “ayudarles a no sentir”: no tienes porque estar en duelo, eres joven y puedes tener más hijos,, hay que seguir adelante,… Así la persona en duelo, refuerza sus pensamientos sobre que no debería sentirse así, y que no tendría por qué pasar el duelo.

Así la negación en este caso tiene el objetivo de no sentir, no pensar. Se pueden emplear estrategias como la distracción, estimular solo pensamientos agradables, evitar recuerdos, o el consumo de alcohol o drogas. Otras personas tratan de encontrar una “cura geográfica” y huyen a otro país buscando alivio.

Si no se aborda esta tarea de la forma adecuada es probable que la persona necesite terapia más adelante.

3. Adaptarse al mundo sin el fallecido: hay tres tipos de adaptaciones a valorar:

  • Adaptaciones externas: cómo influye la muerte en el comportamiento del día a día de la persona. Educar sola a unos hijos, enfrentarse a una casa vacía, llevar en soledad la economía familiar o tareas que antes solía hacer el cónyuge por ejemplo. El superviviente no suele ser consciente de todos los roles que asumía el fallecido hasta un tiempo después de la pérdida. Redefinir la pérdida de modo en que pueda redundar en un beneficio para el superviviente (porque adquiero nuevas habilidades, porque me siento eficaz) puede suponer haber logrado esta tarea.
  • Adaptaciones internas: cómo influye la muerte en la imagen que tiene la persona de sí misma. Muchas veces la definición que hacemos de nosotros mismos viene determinada por la función que tenemos con respecto a los demás, por ejemplo una mujer que se define como madre, cuidadora, cariñosa,… Así uno de los objetivos es que sea vea como una persona independiente que puede desarrollar sus habilidades o sus valores en otras áreas de su vida o con otras personas.
  • Adaptaciones espirituales: cómo influye la muerte en las creencias, los valores y los supuestos sobre el mundo. La muerte puede poner en entredicho que el mundo es un lugar seguro, bueno o justo, que la vida tiene sentido y que la persona misma es importante.

No llevar a cabo esta tarea puede suponer el aislamiento, sin afrontar las exigencias de sus propias necesidades y del día a día.

4. Hallar una conexión perdurable con el fallecido: hallar un lugar para el fallecido que permita al superviviente seguir vinculado a él pero sin que esto le impida seguir con su vida. Poder recordarlos pero siguiendo con nuestra vida. La tarea del psicólogo será la de ayudar al afectado a encontrar una forma de conectar con el fallecido sin que esto le permita seguir viviendo en el mundo de forma adecuada.

Estas tareas no son fijas, pueden abordarse varias al mismo tiempo, y no hay un tiempo establecido para cada una. Influirán diversos mediadores como la edad, el tipo de apego con el fallecido, la personalidad,…

En definitiva, aceptar la pérdida, reconocer el dolor, adaptarse a la vida y encontrar una forma de conectar con el ser querido fallecido sin que me impida continuar viviendo van a ser las tareas fundamentales para superar el proceso de duelo.

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Si crees que alguna de estas fases se te atrabanca, si sientes que desde que faltó esa persona no consigues continuar viviendo con normalidad, es buena idea acudir a un psicólogo. Para trabajar las tareas del duelo puedes hacerlo tanto de forma presencial en mi consulta de psicología en Valencia (San Antonio de Benagéber) o de forma online, la terapia online puede estar indicada para estos casos.

¡No puedo dormir!

La mayoría de las personas han sufrido insomnio alguna vez a lo largo de su vida. Pocos saben, sin embargo, lo importante que es mantener una buena higiene del sueño para mantener su calidad. Y la calidad del sueño no sólo afecta a las noches, sino que sus consecuencias también se extienden al resto del día: cansancio, disminución de la atención, de la memoria, apatía,… pudiendo llegar incluso a favorecer cuadros depresivos o ansiógenos.

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Lo primero que debes saber es que dormir mal es una consecuencia. Lo más común es que sea una consecuencia del estrés pero también puede haber otras causas psicológicas (como la depresión, ansiedad, preocupaciones) pero también médicas (por ejemplo alguna enfermedad, dolor), del organismo (como alguna alteración hormonal) o agentes del ambiente (ruidos, luces o ingesta de determinadas sustancias). Identificar la causa será fundamental para tratar de mejorar el sueño. Pero aun en el caso de que no hayas identificado una causa clara de tu insomnio hay una serie de pautas que pueden ayudarte mucho a mejorar tu sueño:

  1. Mantén una rutina. intenta hacer cada noche lo mismo antes de irte a dormir (una cena tranquila, cepillado de dientes, apagar la luz, poner la alarma, etc.). Trata de acostarte siempre a una hora similar, o cuando te entre sueño, y sobre todo levántate todos los días a la misma hora. Si consideras que el fin de semana puedes levantarte más tarde, intenta que no haya más de una hora de diferencia de tu hora habitual.
  2. Asocia tu cama al acto de dormir. para que tu mente sepa a qué va cuando va a la cama, no realices ningún otro acto allí que pueda confundirla. La cama debería ser sólo para dormir y para mantener relaciones sexuales. Por lo que no veas la TV en la cama, no leas, no trabajes, no pases el tiempo rumiando,…
  3. No hagas la siesta. Si te encuentras muy agotado, puedes descansar un momento pero trata de no sobrepasar los 15-20 minutos.
  4. Cena algo ligero, fácil de digerir y date tiempo antes de acostarte para realizar una buena digestión. No consumas alcohol ni cafeína por lo menos 6 horas antes de dormir, tampoco chocolate o alimentos con mucha azúcar (recuerda que todo esto es estimulante). No fumes antes de dormir.
  5. No utilices pantallas electrónicas 15-20 minutos andes de ir a dormir (tablet o móvil). Los libros electrónicos que utilizan tinta electrónica no afectan a tu sueño.
  6. Practica ejercicio de forma regular, pero no más tarde de las 6 o las 7 de la tarde puesto que puedes llegar demasiado activo a la hora de acostarte.
  7. Mantén un ambiente adecuado. temperatura adecuada, colchón confortable y niveles mínimos de ruido y luz.
  8. Si te despiertas durante la noche no comas porque puedes acostumbrar a tu cuerpo a necesitar ingerir alimentos durante estas horas.
  9. Si llevas en la cama más de 20 minutos dando vueltas, levántate y cambia de habitación. Haz una actividad tranquila, o incluso aburrida, nada que requiera esfuerzo físico o intelectual. Cuando te vuelvas a sentir somnoliento/a vuelve a la cama. Repite este proceso tantas veces como sea necesario.
  10. Puedes realizar alguna técnica de relajación o aprender a distanciarte de las preocupaciones obsesivas.

Que tengas unos felices sueños…

perro duerme

¿Por qué él afronta tan bien esta situación y yo tan mal?

¿Qué hace que una persona ante una determinada situación actúe de una manera determinada y otra persona, ante esa misma situación, actúe de otra completamente distinta?

Laura acaba de realizar una presentación oral en el trabajo, tenía que presentar el nuevo producto para la temporada 2018-2019 a los clientes de su empresa. Su jefe, que ha prestado atención a su exposición, la ha felicitado por su trabajo pero también le ha recomendado que la próxima vez trate de mantener un mayor contacto visual con el público. Laura se ha sentido bien al recibir la felicitación y ha decidido mejorar el contacto ocular para que la próxima presentación salga todavía mejor.  En otro turno, es Marta quien realiza la presentación del nuevo producto. Al finalizar, su jefe que estaba igualmente presente, la ha felicitado por su presentación y le ha aconsejado exactamente lo mismo que a Laura, que aumente el contacto visual con sus oyentes. Marta se ha venido abajo, cree que toda la presentación ha sido un fracaso y que a su jefe no le ha gustado como lo ha hecho. No se cree que capaz de mejorar el contacto visual y está empezando a sentir nervios cuando piensa en la siguiente presentación.

¿Qué ha pasado por la mente de Marta? ¿Y por la de Laura?

Veamos otro ejemplo. Observa la siguiente escena.

Escena ambigua
Escena ambigua

Un chico, sentado en el sofá de su casa, ha recibido una llamada y parece que lo que le han dicho, de algún modo, le ha emocionado. No sabemos en qué sentido. ¿A ti que te sugiere? ¿Te ha venido a la mente una mala noticia? ¿En qué aspectos te has fijado? ¿Y cómo crees que se sentirá el chico con esa interpretación?

Intenta darle la vuelta, y piensa en otra alternativa, una positiva. ¿Es posible que esté llorando por una buena noticia? ¿Cómo crees que se siente el chico con esta nueva interpretación? Intenta dar todas las alternativas que creas posibles.

Es posible que si hoy tienes un estado de ánimo decaído hayas dado una interpretación negativa de esta escena y al revés, si tienes un ánimo positivo hayas visto una alternativa de carácter alegre. Lo que está claro es que nuestro estado de ánimo y nuestros pensamientos se retroalimentan entre sí. Los expertos han observado que las personas con trastornos emocionales tienden a realizar interpretaciones negativas en las mayoría de las situaciones que viven.

El problema no es la evaluación negativa que hacemos de la situación. De hecho, en muchos casos esto puede resultar beneficioso para prevenirnos de peligros y amenazas. Por ejemplo, si viene un coche a una rápida velocidad dirigido hacia mí, el pensamiento de «me va a atropellar» me invitará a apartarme lo más rápido que pueda. Pero en otros muchos casos, si lo hacemos de forma repetitiva y en situaciones equivocadas, puede resultar perjudicial.

Imagina que Marta, la chica que creyó que fracasó en su presentación oral, comenzara a pensar que cada vez que tiene que hablar en público, en reuniones sociales o con desconocidos las personas van a pensar que no tiene habilidades para comunicarse, que es aburrida, etc. y esto hace que evite continuamente la mirada de los demás porque así se siente más cómoda. Y con el tiempo no sólo evita la mirada, sino que también evita relacionarse en este tipo de situaciones. Probablemente terminaría perdiendo el trabajo y las amistades, disminuiría su tiempo de ocio, perdería oportunidades, etc.

Marta sólo se centró en un aspecto de la valoración que su jefe hizo de su trabajo. Obvió todo lo demás. Por lo que las posibilidades de ampliar el abanico de diferentes interpretaciones de la situación se cerró. Se mostró rígida en su capacidad de evaluar la situación y esto influyó notablemente en su estado de ánimo.

Tener la capacidad de identificar nuestros pensamientos ante las diferentes situaciones que nos causan malestar nos da la oportunidad de valorar qué interpretaciones estamos realizando. En el caso, de que nos hayamos cerrado en banda con una única opción, es interesante reevaluar nuestros pensamientos y valorar la posibilidad de que existan otras interpretaciones. No se trata de que elimines de pronto esa interpretación negativa (porque sabemos que no podemos controlar nuestros pensamientos) sino simplemente de que aceptes otras alternativas, y de que coexistan juntas.

Por eso, cuando acudes a la consulta de un psicólogo, éste te enseñará a identificar tus pensamientos automáticos para que puedas valorar otras posibilidades. Juntos os daréis cuenta de si esta forma que tienes de valorar las situaciones son errores del pensamiento. A menudo tendemos a sobreestimar la ocurrencia de eventos negativos, aunque no haya ninguna evidencia para ello. Otras veces tendemos a catastrofizar: si pasa eso tan malo que estaba pensando, no voy a poder soportarlo, no podré hacerle frente. Ante estos pensamientos, es seguro que me sentiré temeroso, inútil y triste. Por eso es tan interesante aumentar nuestra flexibilidad cognitiva (la capacidad para valorar otras alternativas), porque esto nos dará margen para afrontar las situaciones desde otra perspectiva y, por supuesto, con otro estado de ánimo.

 

Suicidio

Es más probable que un homicidio, más probable que un accidente de tráfico,… y no hay ningún plan de acción para prevenir el suicidio.

Todos nos hemos echado alguna vez las manos a la cabeza y hemos pensado «qué mal va el mundo, cuánta violencia y cuánto asesino suelto» o «qué mal están las carreteras, qué fácil tener un accidente en estas condiciones«. Sin embargo, del mismo modo que podemos ser víctimas de estas causas también somos potenciales víctimas del suicidio. Es bastante más probable en realidad, dado que en 2015 (últimos datos en el INE) murieron 285 personas por homicidio, 1880 por accidentes de tráfico y 3602 por suicidio. Pero parece que pocos se preocupan por ello.

Ante este panorama se ha creado un largometraje englobado en el género de la docuficción que resulta ser muy NECESARIO, Suicidio. Se trata de una mezcla de ficción y documental, bien diferenciados, que trata de informar y dar un toque de atención sobre la necesidad y la urgencia de abordar esta problemática. Ha sido creado por Palma de Mallorca Press (https://www.facebook.com/PalmadeMallorcaPRESS/) y ha sido galardonado como Mejor Largometraje Experimental en el Festival Internacional de Cine Del Cono Sur- Ficcsur (Valparaíso, Chile) y en el Five Continents International Film Festival como Mejor Largometraje, Mejor Actor Principal, Mejor Dirección Artística, Mejor Fotografía y Mejor Diseño de Producción. Fuera de los paises de habla hispana también ha sido galardonado como Mejor Largometraje en el MoviescreenPro Film Festival, también ha sido galardonado con un tercer Premio en el United Latino Film Festival (Estados Unidos) y otro tercer Premio en el 12 Months Film Festival (Rumanía). Además está seleccionado para competir en múltiples festivales más.

El film no sólo rompe con el tabú, también lo hace con los prejuicios bien instalados en la sociedad en torno al suicidio: la cobardía del que quiere abandonar la vida, el intento de suicidio como llamada de atención, la culpa y responsabilidad de sus actos, etc. Probablemente estas ideas desinformadas sean las que invitan a pensar que el suicidio no merece inversión en prevención.

Por otro lado, también invita a los medios de comunicación no sólo a dejar de lado el sensacionalismo y los detalles entorno a los actos suicidas que pueden crear un efecto llamada, sino también a reclamar a las autoridades planes de prevención. Los medios de comunicación tiene fuerza y poder para crear alarma y sensación de urgencia y con ello son capaces de influir. Así, del mismo modo que lo hacen con la violencia de género o con el estado de las carreteras, pueden hacerlo con el suicidio.

No existe a nivel nacional ningún plan de prevención del suicidio, y desde hace tiempo los profesionales venimos reclamándolo. Se agradecen iniciativas como estas para concienciar a todo el público. La información debe llegar a todos puesto que todos, directa o indirectamente, estamos expuestos.

Si quieres ver el film entero puedes hacerlo en: https://www.filmin.es/pelicula/suicidio

Miedo a sentir

Disfrutar, sentirnos relajados, sin interrupciones en nuestros planes, ninguna discusión que ganar, nada que solucionar,…

Así es como nos gusta vivir, con todo perfectamente en su sitio, sin nada a lo que enfrentarnos. Pero la vida no es así. La vida es movimiento, es caos, es contradicción, es diversidad, es emoción. Y las emociones son cambiantes e intensas de acuerdo a nuestro entorno, nuestras interacciones y nuestros pensamientos. No podemos evitarlas porque no somos robots. Y no debemos evitarlas porque debemos permanecer en la vida y no al margen de ella.tunel solitario

No nos complace sentir tristeza, pero está ahí, en algunas de las situaciones de nuestra vida. No podemos evitarla.

Dejar de comprometerse con las personas, dejar de disfrutar de una buena película dramática, dejar de acudir a eventos sociales,… alejarse de la vida por miedo a sufrir. Evitar todo lo que tememos es dejar de vivir plenamente, es cavar una fosa en la que creemos que nada nos podrá hacer daño. La paradoja es que desde la fosa no se vive igual. Se vive encorsetado, enfundado en uno de esos plásticos de burbujas para que nada nos haga daño pero que irónicamente nos hace más mal del que pensamos porque al final, de no podernos mover, nos atascamos. Y así nos desentrenamos en lo que es vivir resultando todo el doble de difícil, el doble de doloroso.

Entrena tus emociones enfrentándote a las situaciones que las provocan. No huyas. Sólo así puedes crear recursos, estrategias que te permitan convivir con lo desagradable. Porque no puedes pasarte la vida evitando, viviendo al margen. Tarde o temprano tendrás que enfrentarte a una situación dolorosa y no sabrás cómo hacerlo porque no estarás entrenado en el arte de vivir y convivir con las emociones.

 

Trastornos depresivos y tratamientos disponibles

En diferentes momentos de nuestra vida, todos hemos vivido alguna situación que nos ha causado tristeza; una separación, una pérdida, una decepción,… Es inevitable sentir dolor emocional, no podemos escapar de ello. Sin embargo, si aceptamos y nos adaptamos a las nuevas circunstancias el dolor irá mitigando hasta desaparecer. Habrá nuevos acontecimientos que acaparen nuestra atención y nos hagan sentir otras emociones tales como alegría, enfado, sorpresa, miedo,… Es natural.

Muchas personas que sienten melancolía se preguntan en qué punto la tristeza se convierte en depresión, cómo saber si ese sentimiento que ellos tienen es «normal» o deberían pedir ayuda.

  • En el momento en el que una persona sufre de una tristeza que interfiere con el funcionamiento laboral, personal o social se puede considerar que ésta debería pedir ayuda profesional.
  • En el DSM IV-TR se citan diferentes criterios para el Trastorno de la Depresión Mayor, consideran que deben cumplirse 5 o más de los siguientes: estado de ánimo depresivo, disminución del interés por las cosas que antes causaban placer, pérdida significativo del peso o aumento/pérdida del apetito, insomnio o hipersomnia, agitación o enlentecimiento psicomotor, fática o pérdida de energía, sentimientos de desvalorización o culpa inapropiados, menor capacidad para pensar o concentrarse y pensamientos recurrentes de muerte o ideación suicida.
  • Por otro lado, también se considera el Trastorno Distímico. Se trata de sentimientos depresivos crónicos, al menos 2 meses. La diferencia fundamental con la depresión mayor es su cronicidad, la ausencia de agitación o enlentecimiento psicomotor y de ideas de muerte o de suicidio. No interfiere tanto en la vida social o laboral pero está causando un malestar clínicamente significativo debido a la baja autoestima, la dificultad en la toma de decisiones, la fatiga, los sentimientos de desesperanza,…
  • Existen otros trastornos depresivos debidos a sustancias, a enfermedades médicas o a otros trastornos mentales.
  • En el Trastorno Bipolar también se dan episodios depresivos, pero este tema merece un tema aparte.

¿Qué tratamientos existen para los trastornos depresivos?

  • A nivel farmacológico, actualmente los más usados son los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS), como la fluoxetina (famoso Prozac) y el citalopram, y los inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina (IRSN) , como la venlafaxin y la duloxetina. Estos medicamentos pueden ser útiles en el tratamiento de la depresión pero tienen el inconveniente de los efectos secundarios (dolor de cabeza, nauseas, inquietud, problemas sexuales y nerviosismo). No obstante, hay estudios que han comprobado que la administración de antidepresivos no es más efectiva que la de placebos. Para Irving Kirsch, «los antidepresivos no son más que otro tipo de placebos, con efectos secundarios más notables.» Puedes consultar los resultados de este estudio AQUÍ.
  • A nivel psicoterapéutico, la terapia que se ha considerado más beneficiosa es la Cognitivo-Conductual. En este caso se emplean tanto técnicas conductuales como cognitivas. De forma resumida, de lo que se trata es de que la persona se dé cuenta de la relación que tienen sus pensamientos y sus conductas con sus sentimientos de tristeza, culpabilidad, inutilidad,… Así se programarán actividades placenteras y actividades sobre las que se tenga cierto dominio para aumentar los sentimientos agradables y la autoestima, contrarrestando la tendencia a la evitación y los sentimientos de inutilidad. Por otro lado, se identificarán y modificarán los patrones de pensamientos negativos o distorsionados, los problemas de la vida que contribuyen a su depresión y las interacciones problemáticas con otras personas. También será importante re-descubrir las principales metas y los valores fundamentales para la persona y dirigirla hacia la consecución de sus objetivos de forma realista.

Es importante recalcar que debe ser un profesional de la salud mental (un psicólogo o un psiquiatra) quien se encargue de tratar los trastornos depresivos.

Si tienes dudas puedes solicitar una primera sesión informativa/orientativa. No es recomendable retrasar la intervensión puesto que cuanto más se establezcan los patrones depresógenos más difícil será salir de ellos.

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Comprendiendo la depresión postparto

Imagina que de pronto tu cuerpo cambia y se vuelve más ancho y más flácido, no puedes dormir más de 4 horas seguidas y dejas de tener tiempo para ti, para leer, para arreglarte, para descansar, para socializar. Imagina que cae ante ti la mayor de las responsabilidades que jamás pensaste. Imagina que debes dedicar a ello las 24 horas del día.

Visto así es fácil comprender por qué las mujeres que acaban de dar a luz sufren de depresión post parto. Más bien, lo raro sería no caer en depresión con todo lo que se les viene encima.
Es cierto que todo esto no viene de golpe, sino que se supone que ha sido algo buscado, que se sabía de antemano lo que conllevaba y que se ha vivido un proceso de preparación durante 9 meses. Sin embargo, como la mayoría de las cosas en la vida, no es lo mismo pensarlo que vivirlo.

El Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM 5) estima que entre un 3 y un 6% experimentan un episodio de trastorno depresivo mayor durante el embarazo o en las semanas o meses que siguen al parto. El 50% comenzarían realmente durante el embarazo.

Síntomas normales:
Es normal que los primeros días después de dar a luz la recién mamá sienta confusión, miedo, incertidumbre, incapacidad. Acaba de llegar a casa del hospital, ya no hay enfermeras que le ayuden y guíen, no hay pediatras que controlen a su bebé y, por si fuera poco, ¡no hay personal que limpie, haga las comidas, las tareas del hogar,…! De pronto, no sabe si su bebé está comiendo lo suficiente, si ese color amarillento es normal, si ese llanto es porque le duele algo, si se debe calmarle todas las veces o no,… ¡tantas dudas! La mujer en estos momentos no duerme bien, no come bien, no se cuida,… todo se ha vuelto muy caótico.

 Síntomas depresivos:

El problema está cuando esos miedos, esa desesperanza, esa angustia persiste en el tiempo. Pasan las semanas, los meses y la tristeza es el estado de ánimo predominante. Además llegado el momento de volver a trabajar, de volver a relacionarse, de volver a la vida real, la mujeres se dan cuenta de que la conciliación familiar es una árdua tarea.
Los síntomas son muy parecidos a los de una depresión mayor normal, pero además se dan una serie de sentimientos hacia el bebé muy característicos: creerse incapaz de cuidarlo, temor a quedarse sola con él, sentimientos negativos, preocupación intensa o por el contrario no tener interés por el bebé.

Factores de riesgo:
Existen una serie de factores de riesgo que van a facilitar la aparición de este trastorno, como ser demasiado joven, un embarazo no deseado, un parto complicado, depresión/ansiedad durante el embarazo, antecedentes familiares de depresión post parto, escaso apoyo social, mala situación financiera, mala relación con la pareja o ser soltera.

Prevención:
Como dice el proverbio africano hace falta una tribu entera para educar a un niño. Así que papás/parejas, abuelos, familiares,… ¡manos a la obra! Es aconsejable no abandonar a la mamá en estos momentos. Tratar de ayudar en todo lo que se pueda. Y ayudar, significa estar atento a sus necesidades; que esté alimentándose correctamente, darle tiempo para descansar, ayudarle en las tareas del hogar, atender a sus sentimientos,…
El apoyo social va a ser fundamental y, por supuesto, siempre que sea necesario, consultar con un profesional.

Maldita perfección

Alejate de la perfección, no la busques, no la admires, no la anheles,… porque, amigo mío, te voy a contar un secreto: ¡la perfección no existe!perfecto

Porque, ¿la perfección es igual para todo el mundo? ¿mi punto de vista sobre la perfección en una obra de arte, en un cuerpo, en las relaciones o en la sociedad es igual que el de mi vecino? ¿Me sentiré satisfecho del todo cuando creyendo que he alcanzado la perfección en mi trabajo, alguien lo tire por tierra o simplemente comente un aspecto a mejorar?

¡Huye! Estás a tiempo.

No solo no existe, sino que el simple hecho de soñar con ella frustra, angustia y hasta trastorna. Buscar la perfección en el  propio cuerpo puede causar trastorno dismorfofóbico o trastornos alimenticios. Buscar la perfección en el trabajo puede causar estrés. En otra persona, decepción. En la salud, hipocondría. Buscar la perfección del bienestar y temer salirse de la felicidad, puede causar ansiedad. En la limpieza, obsesiones y compulsiones. Buscar la perfección del cumplimiento de «los debería» ser así, comportarme asá, puede causar depresión. La lista es infinita.

Sí puedes tratar de cuidarte, de mantener una estabilidad emocional, de esforzarte en tu trabajo o de adaptarte a las normas sociales. Pero siempre teniendo una cosa bien clara: los límites de lo que está bien, o perfectisimamente bien, no están establecidos en ningún sitio. Porque sería imposible que todos los habitantes de este planeta estuviéramos de acuerdo. Entonces, ¿qué sentido tiene buscar la perfección?

Hazlo todo lo mejor que puedas, lo mejor que creas. Mantén la flexibilidad, la capacidad de corregir, de aceptar errores. Huye de los límites, de los objetivos estáticos y de la represión.

Te animo a pensar el daño que te ha hecho en tu vida buscar la perfección. Acepta que aquello no era posible y sugiérete otra forma de abordarlo.