Tareas del duelo

El duelo no es un estado, tampoco una enfermedad. El duelo es un proceso por el que pasan las personas que han sufrido la pérdida de un ser querido. No hay unas etapas fijas o unas reglas definidas. Se cree que, con el tiempo, se debe pasar por la aceptación y la adaptación y esto requerirá elaborar el reconocimiento de la realidad, del dolor, del significado de la pérdida y vincularse de una manera sana y segura con el fallecido.

No existe un tiempo establecido en el que se considere que se ha superado el duelo por la muerte de un ser querido. Unas personas pueden lograrlo en 6 meses, otras en un año. Y algunas, en los casos más complicados, pueden tardar más de dos años.

rosa-roja-dejo-lapida-cementerio-alguien-que-fallecio_11055-2089

Un buen indicador de que este momento ha llegado es cuando la persona afectada logra hablar del fallecido sin dolor, sin sensaciones físicas como la opresión en el pecho o el llanto. También es un indicador muy importante el hecho de que la persona en duelo es capaz de nuevo de conectar con la vida, con aquello que le importa y con las personas de su alrededor.

Para llegar a este punto, las personas en proceso de duelo habrán logrado hacer lo que J. William Worden tareas del duelo. Para este psicólogo experto en el tratamiento del duelo, estas tareas son cuatro:

1. Aceptar la perdida: cuando un ser querido muere siempre hay una sensación de irrealidad (esto no puede estar pasando). Así que la primera tarea consistirá en asumir que esto es real e irreversible, ya no voy a poder reencontrarme más con esta persona.

En ocasiones ocurre que las personas que han perdido a un familiar o amigo tienden a negar que esto ha ocurrido y se atascan en esta primera tarea. Una de las formas en que esto ocurre es la negación de la realidad, puede verse cuando se conserva la habitación del fallecido tal cual la dejo por si acaso volviera, o cuando se ve al fallecido reencarnado en uno de sus hijos. Estos comportamientos pueden ser normales a corto plazo pero a largo plazo dificulta la aceptación de la pérdida.

Otra forma de negar la pérdida, es negando su significado quitándole importancia (no estábamos tan unidos, no eran tan buena persona,…) En este caso, al contrario que en el anterior, es posible que se deshagan en seguida de los objetos del fallecido para minimizar la pérdida.

Por otro lado, la negación de la irreversibilidad puede verse reflejada en frases como “no quiero que estés muerto”, “no quiero que mueras” o en la esperanza de poder contactar con el fallecido a través del espiritismo. Todo, de nuevo, comportamientos que impiden la aceptación.

Al tratar de hacer conscientes a las personas de esta realidad será importante tener en cuenta que la aceptación no solo debe ser intelectual, sino que también debe haber una aceptación emocional. A veces las personas en duelo pueden ser conscientes de que esto es algo irreversible pero tienen algunas conductas como palpar el lado de la cama en el que dormía el marido fallecido con la esperanzo de poder tocarlo. Esto puede ser un indicador de que esa aceptación emocional todavía no se ha alcanzado.

2. Reconocer el dolor: si el dolor de la pérdida no se reconoce se manifestará con síntomas físicos o con algún tipo de conducta anormal. Cualquier cosa que permita a la persona evitar o suprimir el dolor de la pérdida alargará el proceso del duelo.

La sociedad, por lo menos la occidental, no favorece en nada este reconocimiento. A menudo nos sentimos mal ante el dolor ajeno y tratamos de “ayudarles a no sentir”: no tienes porque estar en duelo, eres joven y puedes tener más hijos,, hay que seguir adelante,… Así la persona en duelo, refuerza sus pensamientos sobre que no debería sentirse así, y que no tendría por qué pasar el duelo.

Así la negación en este caso tiene el objetivo de no sentir, no pensar. Se pueden emplear estrategias como la distracción, estimular solo pensamientos agradables, evitar recuerdos, o el consumo de alcohol o drogas. Otras personas tratan de encontrar una “cura geográfica” y huyen a otro país buscando alivio.

Si no se aborda esta tarea de la forma adecuada es probable que la persona necesite terapia más adelante.

3. Adaptarse al mundo sin el fallecido: hay tres tipos de adaptaciones a valorar:

  • Adaptaciones externas: cómo influye la muerte en el comportamiento del día a día de la persona. Educar sola a unos hijos, enfrentarse a una casa vacía, llevar en soledad la economía familiar o tareas que antes solía hacer el cónyuge por ejemplo. El superviviente no suele ser consciente de todos los roles que asumía el fallecido hasta un tiempo después de la pérdida. Redefinir la pérdida de modo en que pueda redundar en un beneficio para el superviviente (porque adquiero nuevas habilidades, porque me siento eficaz) puede suponer haber logrado esta tarea.
  • Adaptaciones internas: cómo influye la muerte en la imagen que tiene la persona de sí misma. Muchas veces la definición que hacemos de nosotros mismos viene determinada por la función que tenemos con respecto a los demás, por ejemplo una mujer que se define como madre, cuidadora, cariñosa,… Así uno de los objetivos es que sea vea como una persona independiente que puede desarrollar sus habilidades o sus valores en otras áreas de su vida o con otras personas.
  • Adaptaciones espirituales: cómo influye la muerte en las creencias, los valores y los supuestos sobre el mundo. La muerte puede poner en entredicho que el mundo es un lugar seguro, bueno o justo, que la vida tiene sentido y que la persona misma es importante.

No llevar a cabo esta tarea puede suponer el aislamiento, sin afrontar las exigencias de sus propias necesidades y del día a día.

4. Hallar una conexión perdurable con el fallecido: hallar un lugar para el fallecido que permita al superviviente seguir vinculado a él pero sin que esto le impida seguir con su vida. Poder recordarlos pero siguiendo con nuestra vida. La tarea del psicólogo será la de ayudar al afectado a encontrar una forma de conectar con el fallecido sin que esto le permita seguir viviendo en el mundo de forma adecuada.

Estas tareas no son fijas, pueden abordarse varias al mismo tiempo, y no hay un tiempo establecido para cada una. Influirán diversos mediadores como la edad, el tipo de apego con el fallecido, la personalidad,…

En definitiva, aceptar la pérdida, reconocer el dolor, adaptarse a la vida y encontrar una forma de conectar con el ser querido fallecido sin que me impida continuar viviendo van a ser las tareas fundamentales para superar el proceso de duelo.

flores

Si crees que alguna de estas fases se te atrabanca, si sientes que desde que faltó esa persona no consigues continuar viviendo con normalidad, es buena idea acudir a un psicólogo. Para trabajar las tareas del duelo puedes hacerlo tanto de forma presencial en mi consulta de psicología en Valencia (San Antonio de Benagéber) o de forma online, la terapia online puede estar indicada para estos casos.

Perdón

Fuente de este artículo: María Prieto-Ursúa, Mª José Carrasco Galán, Virginia Cagigal de Gregorio, Elena Gismero González, Mª Pilar Martínez Díaz e Isabel Muñoz San Roque. Clínica Contemporánez. El perdón como Herramienta clínica en terapia individual y de pareja.  Vol. 3, Nº2, 2012, pp 121-134.

A lo largo de tu vida, es probable que te hayas visto o te vayas a ver dañado por un familiar, por un amigo o por tu pareja. Un daño, una traición, una acción que nos ha hecho sentirnos mal y que nuestra primera reacción es la de no perdonar. Esto quiere decir que va a haber diferentes respuestas:

  • En nivel emocional sentiremos dolor, rabia, tristeza,…
  • En nivel cognitivo representaciones ofensivas del ofensor, pensamientos de venganza, de incomprensión, planteamientos de si tú como víctima has tenido alguna culpa e incluso de finalización de la relación.
  • En nivel conductual puede haber evitación o distanciamiento o, por lo contrario, confrontación.

Estas experiencias que resultan desagradables para quien las padece pueden ser mitigadas, no siendo necesario perdonar si no se desea. Se puede aceptar el daño recibido, hacer re-atribuiones de los sucesos y circunstancias relacionadas, manejar el estrés o aprender a manejar la ira. El perdón solo será un recurso más.

pedón

Al proceso de perdón se puede llegar de diferentes formas:

  • Según la respuesta que empleemos: conductal (reconciliarse), emocional (dejar ir los sentimientos desagradables) o cognitiva (pensamientos determinados sobre el hecho o el ofensor)
  • Según la dirección del cambio: negativo (se abandonan o reducen las respuestas conductuales, emocionales y cognitivas negativas) o positivo (aparecen respuestas positivas).
  • Según su orientación: centrada en sí mismo o centrado en el otro.

Así, llegar a perdonar se podrá hacer de múltiples formas. No hay una forma correcta pues cada individuo encontrará su forma de hacerlo.

Clasificación del perdón:

Diferentes autores proponen distintos conceptos de perdón

  • Perdón intrapersonal o unilateral: se completa enteramente en el indivíduo dañado, no necesita de nada ni depende de la posición del agresor. Perdonar será totalmente independiente de las acciones del agresor en el pasado, en el presente y en el futuro. La persona que perdona no busca nada del otro.
  • Perdón interpersonal o perdón negociado: El perdón adquiere la función de reparación del daño o de la relación. El agresor admite la acción ofensiva, asume la responsabilidad y expresa arrepentimiento. Muchas personas estarían dispuestas a perdonar si se dieran estos pasos.
  • Perdón a uno mismo: intentará evitar pensamientos, sentimientos o situaciones asociadas a la agresión. Tratar de hacer actos de reparación a la víctima o decidir no volver a cometer la agresión nunca más. Para perdonarse a uno mismo sera imprescindible la reconciliación, no así para perdonar a otros.
  • Falso perdón: el agresor mantiene su dominio y se promueve el mantenimiento del daño. Perdonar no es olvidar ni continuar como si no hubiera ocurrido nada. El perdón debe ocurrir desde una posición de fuerza no de debilidad porque el perdonador reconoce una injusticia y la considera en lo que es. Lo peligroso del falso perdón son la manipulación, la negación, la evitación, la injusticia o la cronificación del daño.

Intervención en el perdón.

En general, las distintas intervenciones que se han propuesto tienen en común el trabajo sobre los siguientes puntos:

  • Reconocer la existencia de la ofensa y su importancia: ver la ofensa con perspectiva evitando la negación de la violación de la relación tanto como la magnificación del daño. Reducir los sentimientos de victimización innecesarios.
  • Intentar considerar el punto de vista del ofensor: permite a la víctima reconocer y modificar los patrones destructivos que perpetúan actos injustos y el «entendimiento» que reconoce las limitaciones del agresor sin quitarle responsabilidad. Así se podrán llegar a patrones relacionales alternativos.
  • Sentir empatía con el agresor: aquellos sujetos que logran perdonar al ofensor tienen altos niveles de empatía. Las disculpas y la expresión de arrepentimiento tienen un efecto facilitador de empatía. Ver el malestar del agresor por su acción nos ayuda a ponernos en su lugar y a hacer reatribuciones más positivas.
  • Recordar ocasiones en las que nosotros mismos hemos sido ofensores y nos hemos sentido agradecidos por recibir el perdón de otros.

Efectos del perdón

En general los resultados de los estudios sugieren que las intervenciones que promueven el perdón pueden llevar a reducir los efetos negativos para la salud mental del no perdonar (estrés y disfunción) y producir incrementos en la auto-estima y la esperanza.

El perdón en las parejas aumentaría la satisfacción marital, el compromiso o el manejo de conflictos.

Cuándo es el momento de romper una relación

Recuerdo en la película «The Mexican» de Julia Roberts y Brad Pitt como ella estaba preocupada por su relación y tenía serias dudas sobre si terminar con su pareja o no. Y si la memoria no me falla, el secuestrador del personaje de Julia Roberts, que a la vez hacía de asesor del amor, le aconsejaba algo así como que si hay amor nunca se debería dejar una relación.

Suena muy bonito y muy romántico pero como bien indica el título del libro sobre relaciones de pareja de Aroon Beck, «Con el amor no basta«.

Haber creado una relación con una persona con la que en un momento dado nos hemos sentido próximos afectivamente al final es lo más fácil de una relación sentimental. Lo más difícil es mantener ese vínculo, construir juntos, compartir proyectos, comunicarse efectivamente. Porque una relación no se mantiene solo con el amor inicial.

A menudo hay personas que se sienten estancadas en una relación y comienzan a surgirle las dudas sobre si debería o no continuar con esta pareja. En otros casos, las personas ven que hay muchos conflictos o una gran distancia que los separa pero no son capaces de ver que es posible que esa relación haya concluido.

En cualquier caso, es una decisión que únicamente compete a la persona o personas implicadas. Dejarse llevar por opiniones ajenas puede hacer que tomes decisiones precipitadas y que posteriormente sientas que cometiste un error. Saber que debes finalizar una relación sentimental es algo que surgirá de ti mismo/a.

A continuación te apunto algunos de los factores claves implicados en la construcción y mantenimiento de una relación sentimental. Quizá esto pueda ayudarte a tomar una decisión más acertada:

  • Comunicación: las relaciones se nutren de las interacciones y para que estas sean efectivas debe existir una buena comunicación. Esto quiere decir que los dos miembros de la pareja tienen que ser capaces de expresar sus necesidades, sus deseos, sus frustraciones y a la vez poder escuchar los de la otra persona. También es importante dar respuesta a estas manifestaciones, no vale sólo con escuchar. La otra persona debe saber si van a poder satisfacer mis demandas, si han comprendido lo que he expresado, etc.
  • Negociación: las decisiones que afectan a la pareja deben ser compartidas. En ocasiones puede primar el deseo de uno, y en otras el de otro. Pero en general y sobre todo en cosas importantes es necesario que ambos expresen sus opiniones y se acuerden las acciones a llevar a cabo. Que sea uno el que siempre imponga su criterio, que trate de convencer hasta el final al otro, que discuta todas y cada una de las decisiones de la otra persona, daña la autoestima de la otra persona y por supuesto daña la relación.
  • Compromiso: al aceptar disfrutar de una persona también se debería aceptar «las obligaciones» que ambos han pactado juntos. A veces ocurre que estas obligaciones uno las da por hechas y el otro no se ha enterado de ellas (y esto nos devuelve a la importancia de la comunicación). Pero si no nos comprometemos a avanzar juntos, a construir, a cuidar,… la relación carece de sentido.
  • Compartir: «estar juntos» implica compartir, sino ¿para qué estar juntos? Compartir tiempo libre, aficiones, proyectos. La persona con la que has escogido comprometerte debería ser tu persona favorita para hacer gran parte de las actividades. Esto no quiere decir que absolutamente todo se deba hacer con esa persona. De hecho es fundamental mantener un espacio individual dentro de la pareja.
  • Individualidad: cualquier persona necesita disponer de momentos de intimidad y de soledad. Respetar la individualidad del otro es fundamental para que se sienta comprendido y valorado como persona única. Estar en pareja no significa fusionarse con el otro y borrar mi personalidad. También es comprensible que cada uno tenga amigos propios, aficiones propias, etc.
  • Proyectos: es muy importante que las dos personas que han decidido compartir juntos su vida lo hagan porque ambos tienen una idea parecida de lo que quieren hacer con su vida. Ambos quieren tener hijos? o quieren viajar por el mundo en plan mochilero? Les gusta una vida tranquila en la que toma importancia el contacto con la naturaleza? o les mueve más el ritmo cosmopolita de las ciudades?
  • Sexualidad: cada persona tenemos unas necesidades fisiológicas particulares y deben tenerse en cuenta. Además es importante reconocer que la inestabilidad emocional afecta a la líbido disminuyéndola.
  • Respeto: no puedo olvidarme del respeto. Es básico en cualquier forma de relación. Sin respeto no puede construirse nada, falla la comunicación, los proyectos, merma la personalidad del que no es respetado y finalmente destruye la relación.

Algunos aspectos pueden mejorarse: podemos aprender a comunicarnos, a negociar, a iniciar conductas positivas hacia la otra persona, etc. Pero si no se consigue mejorar la relación, las dudas continúan y la distancia gana terreno, es necesario plantearse una ruptura.

A veces nos podemos sentir paralizados por el miedo a salir de la situación en la que me encuentro y no saber qué pasará después, o por miedo a cometer un error. Otras veces lo que tememos es dañar a la otra persona, sentimos lástima por él/ella. O quizá nos angustie estar solos. Es importante que sepas, aunque resulte duro oírlo, que nadie es imprescindible. Al final todos salimos adelante y construimos nuevas relaciones y nuevos proyectos.

images

Recomendaciones para padres separados en vaciones

Estamos en época estival y esto, para muchos padres, supone discusiones de más con su ex-pareja con respecto al cuidado de los hijos.

Que los menores pasen 15 días consecutivos con el otro progenitor conlleva que no están bajo mi supervisión; que no siguen las normas, la educación, la rutina o la alimentación que a mí me parecen adecuadas. Resulta que es el otro progenitor quien tiene que hacerse cargo del cuidado responsable y afectivo de los hijos comunes.

El mayor favor que le podemos hacer a nuestros hijos es confiar en su otro padre/madre y transmitírselo de esta forma.

¿Qué pensaríamos nosotros si nuestros padres nos mandaran fuera de casa, con una persona que nos dicen que es desagradable, irresponsable, que no va a estar pendiente de nosotros o que nos va a desbaratar nuestra rutina? ¿Con qué ganas iríamos a ese lugar? ¿Qué pensamientos y que sentimientos tendríamos hacia esa otra persona? ¿Qué supondría para nosotros que una de las personas que debe ser mi referente y alguien que ayuda a crear mi identidad sea definida, por mi otro pilar fundamental, como un desastre?

Se entiende que en la mayoría de los casos (no vamos a hablar de casos particulares, porque sabemos que hay de todo) las sentencias judiciales han establecido que ambos padres son aptos para mantener la patria potestad y por ello se establecen determinadas guardas y custodias o regímenes de visitas, porque el juez ha valorado que los padres son aptos para ejercer los deberes que implica la paternidad. En caso contrario, se le retiraría o se establecería un régimen de visitas mínimo. Si crees que verdaderamente esa otra persona no está capacitada o agrede o abusa de alguna forma de tus hijos, pide una modificación de medidas o denúncialo. Si no es así, hagamos las cosas fáciles.

En este caso, lo más adecuado para el menor es:

  • Permitirle disfrutar de su otro progenitor.
  • Darle la seguridad de que va pasar tiempo con alguien que va a cuidar de él, le va a dar cariño y va a pasárselo bien.
  • Confiar en las habilidades parentales del otro, seguramente cuando decidí tener un hijo con él/ella me pareció apto.
  • Mantenerle siempre al margen de las discusiones y de lo que yo pienso sobre el otro.
  • No juzgar a las parejas del otro progenitor ni a su familia extensa.
  • Facilitar la comunicación telefónica, por skype, mensajería, etc. con el otro progenitor (sin agobiar).
  • No preguntar constantemente por lo que hace o deja de hacer su padre/madre.
  • Si se siente inseguro por pasar tanto tiempo lejos de ti, asegúrale que podréis hablar a menudo, que en unos días volveréis a estar juntos y que ahora podrá disfrutar de su otro papá/mamá.

En cuanto a ti, aprovecha para desconectar, para dedicarte tiempo y a hacer todo aquello que no puedes hacer cuando estás con tus hijos.

La comunicación en la pareja.

La vida en pareja es compleja. La convivencia entre personas conlleva la exposición de diferentes percepciones o distintos puntos de vista sobre cómo actuar. Y las diferencias entre las personas aumentan las probabilidades de que éstas discutan. Por otro lado, discutir es inevitable pero en cierto modo saludable, siempre y cuando las discusiones sean proporcionadas, respetuosas y reporten negociaciones y soluciones.

Muchas veces queremos defender nuestra posición a capa y espada porque entendemos que es una forma de defendernos a nosotros mismos, como si estuvieran atacando a mí persona y no al hecho que se está discutiendo. bomba

Así, acompañamos el debate de emociones que pueden resultar desproporcionadas y las usamos como bombas que dejamos caer sobre la otra persona. Por supuesto, teniendo en cuenta que no convivimos con un robot, la otra persona reaccionará a todo lo que le llegue y sienta como un ataque.

Al final terminamos por no sentirnos comprendidos, por no comprender al otro y por establecer una grieta en los cimientos de nuestra relación.

¿Cómo podemos comunicanos de una manera más efectiva? Tan importante es saber expresar los sentimientos negativos como atender a la persona que nos quiere transmitir su pesar. A continuación señalaré algunos consejos importantes para expresar y recibir:

Expresión de sentimientos negativos:

  1. Expresar de forma directa nuestra preocupación/sentimiento. No debemos esperar que el otro adivine lo que estamos pensando o sintiendo, lo más efectivo será siempre que se lo hagamos saber. Evitar las formas indirectas como comentarios evasivos, portazos, caras, respuestas cortantes, etc.
  2. Usar la primera persona del singular. No escondernos tras afirmaciones impersonales. Usar un tono impersonal da la impresión de que estamos estableciendo sentencias cuando en realidad solo hablamos de nuestra percepción.
  3. No hacer generalizaciones vagas. Dar ejemplos concretos.
  4. Evitar afirmaciones taxativas. Siempre, nunca, todo, nada,…
  5. Usar el aquí y ahora. No traer problemas pasados.
  6. No acusar al otro. Es importane que juzguemos el acto que nos ha disgustado y no a la persona.
  7. Expresar el sentimiento lo antes posible. Si lo posponemos, daremos pie a la rumiación, a aumentar el malestar y a alimentarlo. Sólo haremos una excepción cuando el malestar sea muy elevado, nos encontremos muy nerviosos o iracundos.
  8. Tratar de ser asertivo. No expresarse de forma agresiva o hiriente, pero tampoco sumisa.

Recepción de sentimientos:

  1. Escuchar en silencio y manteniendo el contacto visual.
  2. Aceptación de los sentimientos aunque no necesariamente de las razones.
  3. Parafrasear. Explicar lo que hemos entendido del mensaje recibido. Usando palabras comprensibles, resumiento, etc.
  4. Transmitir al otro que le estamos escuchando mediante gestos o afirmaciones.
  5. ¡No racionalizar! Las emociones no atienden a razones, así que debemos validar el sentimiento de la otra persona.
  6. Controlar el sentimiento de inculpación. No confundir la crítica del hecho con la de la persona.
  7. Expresión de las propias emociones generadas. Todo lo que recibo provoca en mi una reacción y también debo hacerlo saber.

 

Referencias: Vicente E. Caballo. Manual para el tratamiento cognitivo-conductual de los trastornos psicológicos.

 

Relaciones viciadas

Entre las acepciones del verbo «viciar», en el diccionario de la Real Academia Española, se encuentran las siguientes:
  • Pervertir o corromper las buenas costumbres de vida.
  • Torcer el sentido de una proposición, explicándola o entendiéndola siniestramente.
Cuando una relación interpersonal se vicia se dan estos dos factores; 1. la relación ha dejado de ser lo que fue en un principio para entrar en una espiral de pensamientos y actos negativos hacia la otra persona 2. basados en malinterpretaciones de actos concretos.
Esta degradación suele darse en parejas sentimentales, pero también en relaciones familiares o laborales.
Lo que suele ocurrir es que tomamos determinadas acciones del otro que no nos gustan y las extendemos a la totalidad de su persona

Por ejemplo, Pepe ha llegado tarde a su cita con María. Ella piensa que Pepe siempre llega tarde, que no la tiene en cuenta, que es un egoísta y un desconsiderado… pensamientos que van incrementando el malestar y el enfado.

Otro ejemplo, Marta está trabajando en su ordenador, Juan le hace una pregunta y ella no contesta. Juan piensa que a ella sólo le importa su trabajo, que nunca le hace caso, que lo ignora, que no lo quiere, etc. Como consecuencia aumenta su tristeza. 

Si nos dejamos llevar por estos pensamientos nuestras acciones se verán influenciadas y obtendrán consecuencias sobre la relación con el otro.
Cuando extrapolamos determinados actos a la totalidad de la persona actuamos en base a este principio y todo lo que hace esa persona es «porque es malo», «porque me quiere hacer daño», «porque pasa de mí»,… y obviamos parte de la realidad. Por ejemplo, Pepe ha llegado tarde porque se ha encontrado a su amigo de la infancia, que tanto tiempo hacía que no veía, y no porque tuviera una intención expresa de faltar a su cita con María. Con el tiempo, el comportamiento hacia el otro se vicia, y actuamos siempre enfadados, a la defensiva, esperando los ataques del otro, etc. Obviamente la otra persona responde en base a este comportamiento y a sus propios pensamientos. Finalmente, las muestras de cariño y los buenos momentos van desapareciendo.
Estos pensamientos tienen lugar cuando:
– la relación tiene un alto nivel de compromiso y exigimos lo que creemos merecer
– hemos tenido experiencias previas desagradables
– nos fijamos exclusivamente en lo negativo, obviando parte de la información
– damos por supuestos pensamientos de la otra persona, aunque ésta no lo haya manifestado
– no expresamos de forma asertiva lo que ese acto que nos ha molestado nos ha hecho sentir
Evidentemente hablamos de situaciones que por sí mismas no están evidenciado faltas de respeto, humillaciones, malos tratos o cualquier acto que pueda causar daño físico o psicológico. Por el contrario, se trata de distinguir aquello que realmente estamos malinterpretando y de hacer saber al otro cómo nos ha hecho sentir, siendo capaces ambos de llegar a acuerdos aceptables para los dos.
Si únicamente valoramos el acto y expresamos nuestro malestar de forma asertiva («que hayas llegado tarde me ha hecho sentir que te has olvidado de mí»), damos la oportunidad al otro de dos cosas importantes: de que se explique y de que nos comprenda.

Relaciones de parejas: cuando termina el enamoramiento… (II)

Ayer comencé a hablar sobre las fases del amor en una relación de pareja y de lo importante que es trabajar la reciprocidad y la comunicación. Puedes volver a leerlo aquí. Así que hoy toca remangarse para ponernos a trabajar en nuestras relaciones.
Es importante recordar que lo que generalmente mantiene el problema es intentar cambiar al otro. La solución pasa por el esfuerzo en común, no por las habilidades individuales, ya que nos encontramos ante dos personas con necesidades diferentes, estilos diferentes de resolver problemas. Si sólo usamos nuestros propios criterios, ignorando los de nuestro compañero, causaremos insatisfacción.
Para recibir, primero hay que dar.
Reciprocidad
 

Supone una correspondencia mutua y aparece como resultado de la sensibilidad a las peticiones del cónyuge y del mutuo refuerzo de las conductas gratificantes. La reciprocidad se va retroalimentando como si se tratará de un círculo vicioso, en este caso positivo.

Lo mismo pasaría con las conductas coercitivas o degradantes. En este caso estaríamos hablando de un círculo vicioso negativo.
¡Recuerda! Las gratificaciones pueden ser expresiones verbales, conductas afectivas o acciones.
Para practicar en casa: 1. Escribir en tarjetas (de diferente color para cada persona) demandas específicas de gratificaciones que nos gustaría recibir. Meterlas en una cajita. 2. Cuando a uno de los dos le apetezca gratificar al otro, acudirá a la caja y buscará una demanda que crea que puede satisfacer. 3. Rellenar contínuamente la cajita con nuevas demandas.
Comunicación
 
Es común quejarse de la falta de comunicación. Nos hace sentir muy frustrados la sensación de que nuestra pareja no nos comprende o no nos escucha.
 
Es fundamental:
– Darse cuenta y reconocer los mensajes de la pareja: qué siente, qué pretende.
– Desarrollar una respuesta adecuada, teniendo en cuenta las posibles consecuencias.
– Tener en cuenta el lugar, el momento y la expresión verbal más adecuada
– Dar gratificaciones verbales, no darlas por supuestas.
Agradecer las gratificaciones recibidas, la ausencia bloqueará el círculo.
– Saber pedir cuando tenemos necesidades.
Expresar los sentimientos negativos, normalizarlos. Puede generar cambios positivos.
Empatizar, reconoce lo que puede estar sintiendo el otro.
Otras estrategias
 
– Planificar y redistribuir el tiempo libre individual y en pareja.
Resolver problemas entre los dos: generar soluciones posibles, decidir entre los dos, evaluar los resultados.
Negociar acuerdos sobre conductas deseadas, hacer algo por el otro. Ambos deberán salir ganando.

Relaciones de parejas: cuando termina el enamoramiento… (I)

Las parejas afectivas deben evolucionar y adaptarse a los múltiples cambios que van teniendo lugar a lo largo de la relación, como el incremento de la familia, las expectativas de cada uno de los miembros, la gestión de recursos materiales o sociales, la satisfacción sexual, etc. la-quimica-del-amor
Parece una ardua tarea que dos personas puedan llegar a convivir durante largos años teniendo en cuenta todos los obstáculos que hay que superar. Resulta más difícil todavía sabiendo que científicos como Helen Fisher han encontrado una duración limitada para el enamoramiento, determinada por el nivel de diferentes sustancias químicas, como la dopamina y la serotonina. El nivel elevado de dopamina aumentaría el deseo sexual, la euforia y la dependencia de la otra persona. Un nivel bajo de serotonina provocaría la obsesión por estar con el amado.

¿Qué queda cuando termina ese cóctel químico?

Fase de noviazgo: en la que se intercambia afecto, interés por el otro, tiempo de ocio. No existen decisiones importantes que tomar y aún hay un cierto desconocimiento sobre la pareja. Este desconocimiento, por un lado atrae y por el otro lo suplimos con las fantasías que construyen la idealización.
Fase de compromiso: conforme va avanzando la relación, se exige un mínimo de compromiso que aporte seguridad y confianza. Convivencia, monotonía, obligaciones, responsabilidades, etc.

Es en esta última fase cuando pueden surgir los conflictos. El conocimiento sobre la otra persona es mayor y esto provoca que comparemos esta nueva imagen con la que habíamos construido durante las fases anteriores. Entran en juego las dudas, los desengaños, las quejas. Es entonces cuando se debe valorar si se comparten expectativas, tiempo, gustos y afecto que permitan una buena relación.

Los principales quejas son sobre falta de comunicación, de dedicación y de afecto. Y la mayoría de personas tienden a dedicar todos sus esfuerzos en cambiar al otro. Sin embargo este suele ser el principal motivo de mantenimiento del problema. Será muy importante trabajar la reciprocidad y la comunicación para poder conciliar los diferentes puntos de vista de la pareja y cooperar en la construcción de una relación mutuamente satisfactoria. Y precisamente de esto hablaremos mañana, de como mejorar la reciprocidad y la comunicación.